Quiénes somos
Vida monástica.
Hoy en día, nuestro trabajo incluye la fabricación y venta de cerámica, la acogida en la hospedería y el pensamiento y la formación. Con todo, contamos con la inestimable colaboración de la Asociación de Voluntariado “Shemà”.
Proponemos:
– Las oraciones del lunes online.
– Encuentros mensuales de meditación.
– La Escuela Monástica Sinclética.
– La Escuela de Focusing Montserrat.
– Seminarios, cursos y retiros.
En casi todas las grandes religiones se encuentran hombres y mujeres que se distancian de la vida convencional de la sociedad de su tiempo y se entregan de corazón a profundizar en el conocimiento y la práctica de su propia tradición espiritual hasta las últimas consecuencias.
Ascetas hinduistas, monjes y monjas budistas, maestros sufíes, viven solos o en comunidad pero todos tienen en común que el Absoluto penetra y orienta totalmente su vida. La comunidad de creyentes reconoce en ellos a hombres y mujeres portadores de paz y de sabiduría, conocedores de lo humano y de lo divino.
Un camino de unificación interior.
Para las primeras generaciones cristianas, la experiencia de la Resurrección, la apertura al Espíritu, el dinamismo de las comunidades enfrentadas muy rápidamente a las persecuciones suscitaron un talante, un estilo fuerte y radical a la hora de vivir la fe : cristianos que en medio de su debilidad, se sienten impulsados por la fuerza del Espíritu: les arrastra la buena noticia de Jesús.
A finales del siglo tercero, cuando el cristianismo se torna religión oficial, se empieza a la vez a “aguar”, está bien visto ser cristiano pero crece el conformismo y la mediocridad. Mientras tanto, unos hombres y mujeres comienzan a invadir las soledades del desierto, especialmente en Egipto: va extendiendo poco a poco este movimiento imparable por todo el Oriente cristiano. Son cristianos inconformistas que quieren vivir el evangelio al máximo, con radicalidad, sedientos de un encuentro personal con Dios: son los primeros monjes cristianos. Unos eran verdaderos solitarios, eremitas como san Antonio; otros organizan nuevas formas de vida comunitaria como san Pacomio, san Basilio y san Agustín. También estaban presentes las mujeres en este movimiento monástico: Sara, Sinclética, María de Egipto, Melania, Paula y tantas otras fueron las primeras monjas, maestros en el Espíritu y discípulos de la Palabra, seguidoras de Jesús y de su evangelio .
En nuestro bautismo quedamos incorporados a la familia de los buscadores de Dios, de los que caminan por los senderos del evangelio, de los que tienen sed del agua viva, de los discípulos de Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.
Es un camino de unificación interior.
Un camino en el que hay que callar y escuchar la propia realidad, aprendiendo a vivir despierto. Un camino de “vuelta a casa”, de vuelta al corazón, de profunda humanización… porque “El Reino de Dios está en nuestro interior”.
“¿Dónde estaba yo cuando te buscaba? Te tenía delante de mí pero, estando lejos y fuera de mí, a mí mismo no me encontraba y mucho menos a Ti”.
— San Agustín
Es un camino de comunión con los demás.
Un camino progresivo hacia el amor gratuito, hacia la universalidad. Un monje antiguo lo expresaba de esta forma:
“Bienaventurado el monje que considera a cada hombre como Dios después de Dios”.
— Evagri Póntico
Es un camino de unión con Dios.
Un camino de confianza filial hacia el Padre, de seguimiento de Jesús y de apertura a su Espíritu.
«Así en la vida monástica juegan siempre la soledad hecha comunión, el silencio hecho palabra, la oración hecha compromiso».
– Pedro Alurralde
Es un camino para todos porque es el camino del evangelio, pero los primeros monjes se tomaron muy en serio esta búsqueda, esta sed, ese camino y se dedicaron de lleno a hacer el oficio de su vida. Y a ese oficio se sintieron llamados muchos hombres y mujeres hasta la fecha. Entre ellos hubo alguien que marcó de forma indeleble el monacato posterior y al que se consideró como el Patriarca de los monjes de Occidente. Era san Benito.
Nuestro deseo es vivir el amor sin límites de Cristo, quedando bien arraigadas en nuestra tierra y construyendo un mundo mejor.
¡El Reino de Dios ya está entre nosotros y dentro de nosotros!